

Si hay algo imprescindible para ahorrar en los meses de más frío es cerciorarse de que nuestra casa está bien 'cerrada'. Esto quiere decir que no haya posibilidad de que el calor se escape por diferentes zonas. Por ejemplo, si las ventanas no están bien selladas, es posible que todo el calor que consigues con la calefacción, se escape aunque las tengas bien cerradas.
Para evitar esto último, haz un repaso de todas las ventanas de la casa y asegúrate de que no entra aire frío por ellas. En ocasiones, la caja en la que se guarda la cuerda para subir y bajar las persianas, tiene un pequeño acceso al exterior. Tápalo de alguna forma para evitar que se escape el calor por él.
Otra vía de escape del calor son las puertas y las rejillas. Deberás tener especial cuidado para asegurarte de que no se escape el calor a través de ellas. Aunque no lo creas, tienen mucha culpa del aumento de la factura de luz a final de mes. Por otro lado, una vez que tengas controlados todos lugares por los que se puede escapar el calor, cuando pongas la calefacción, deberás tener especial cuidado con varios factores.
En primer lugar, por mucho frío que haga y muy rápido que quieras calentar tu hogar, no te pases con los grados a la hora de poner la calefacción. Si pones una temperatura muy alta, gastarás más y no darás con la temperatura ideal. Por ello, ponlo a 20 grados. Cada grado de más, gastarás un 7% más de energía, aproximadamente.
No te olvides, además, de quitarla por la noche. En cuanto a apagar la calefacción, para no dejártela encendida cuando sales muchas horas de casa o por la noche mismo, puedes instalar un programador, para que se apague a una determinada hora y no gaste de más. Por último, evita colocar ropa sobre los radiadores, ya que ésta no permitirá que el calor llegue bien a las estancias y estés gastando más de lo necesario.
Fuente de la imagen: Roche Bobois