

Los cada vez más exigentes requisitos en las pruebas de protección ignífuga han hecho que las sustancias empleadas para tal finalidad sean cada vez más relevantes en aras de reforzar la defensa de las estructuras de cara a la propagación de un incendio. Por esa misma razón, más allá de su efectividad para proteger las estructuras y personas que habitan en el interior de las mismas de la amenaza del fuego, los materiales ignífugos han de cumplir una serie de requisitos.
Entre otras cosas, dichos materiales no han de ser tóxicos y no deben migrar, esto es, no deben liberar gases de combustión tóxicos o corrosivos adicionales. Igualmente, deben ser compatibles con el medio ambiente y no deben influir de manera negativa en las propiedades mecánicas y de reciclaje de los productos.
Protección ignífuga de las estructuras
En el caso de los sistemas de protección ignífugos tradicionales podemos encontrar los llamados aditivos ignífugos minerales como pueda ser el trihidrato de aluminio (ATH). Así, cuando se produce el incendio, el agua que fue incorporada de forma originaria como hidrato, será proyectada al exterior. Toda esta reacción tendrá un efecto refrigerante, por un lado, y que los gases generados por el incendio serán diluidos en agua, por otro. Durante el procesado, la viscosidad del componente se incrementa de manera considerable, potenciando también el peso del mismo.


Por otra parte, los sistemas ignífugos que funcionan a partir del polifosfato amónico se encargarán de dificultar el proceso de combustión a partir de la etapa más sólida. Cuando las llamas empiezan a propagarse por el edificio, el polifosfato amónico se descompondrá en ácido polifosfórico, provocando la carbonización de la superficie.
Este carbón se encargará de proteger toda la superficie del componente de los efectos de calor procedentes del incendio, interrumpiendo así el suministro de oxígeno y, por consiguiente, la expansión de las llamas.
Estudios realizados al respecto demuestran que las sustancias ignífugas basadas en el uso del fósforo cumplirán con total eficacia la normativa referente a la densidad y la toxicidad del gas de combustión. Otro de los beneficios que podemos resaltar de estos sistemas basados en el fósforo antes mencionado, guarda relación con la posibilidad de generar una carga de hasta el nada desdeñable 70% en las resinas termoendurecibles.
Con esto último lo que se conseguirá es mejorar de forma considerable las propiedades del procesamiento de los materiales. Este mecanismo es mucho más efectivo que la liberación física del agua a la que hacíamos alusión en líneas anteriores.


Igualmente, hay alternativas más innovadoras basadas en el fósforo como es el caso de los sistemas intumescentes, que en caso de incendio generan una espumación reforzada de la capa de carbono, lo que tenderá a potenciar todo el efecto aislante. Al mismo tiempo, queda demostrado por las investigaciones realizadas al respecto que las sustancias ignífugas basadas en el uso del fósforo cumplen con las normas relativas a la densidad y toxicidad del gas de combustión.
¿Vosotros conocíais las ventajas que un proceso de ignifugado de estructuras puede aportar al edificio?, ¿qué tipo de sustancias ignífugas habéis utilizado para proteger vuestra casa contra el fuego?