Las posibilidades son muchas, incluso algunos fabricantes ya han lanzado sistemas de iluminación especialmente diseñados para zonas verdes. La mejor opción son las luces graduables que te permiten regular el nivel y disposición de la luz sobre el espacio a iluminar.
Si celebras cenas o reuniones familiares en tu jardín puedes instalar varios puntos de luz intensa y en distintos colores para animar la velada. Si por el contrario lo que quieres es relajarte, coloca algunos faroles de intensidad baja. También es muy utilizado un sistema de iluminación que emana desde el piso, que ayuda a resaltar las formas de la zona iluminada sin molestar a los ojos.
Algo muy común en los jardines son los reflectores fijos que apuntan a una maceta, fuente o a algo que queramos destacar en una zona determinada. Si lo que ilumina es una planta, la luz no debe de ser muy intensa ni desprender mucho calor, pues podría llegar a dañarla.
Para jardines muy extensos se recomienda iluminar el camino libre de obstáculos, para ello son muy aconsejables los bastones de luz. Los más económicos son los que utilizan la luz solar como fuente de energía, si bien la cantidad de luz que desprenden no es muy grande, sí nos permiten ver en la oscuridad. También es posible esconderlos en el propio terreno, cumplen con la misma función pero no se ven.
Si quieres ahorrarte unos euros en el recibo de la luz puedes optar por las luces de encendido automático (funcionan con sensores de luz o de movimiento) o por las solares. Procura colocar varios interruptores a lo largo del jardín, así sólo iluminaras aquella zona que necesites, y siempre utiliza bombillas de bajo consumo, son algo más caras, pero a la larga compensan.
Imágenes sujetas a licencia CC de Tanaka
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